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¿Es posible implantar en España la semana laboral de cuatro días sin rebajar los sueldos? Telefónica y Desigual anunciaron el pasado año su decisión de ofrecer un tercer día de descanso semanal. La medida tenía algo de trampa: en ambos casos, el acuerdo implicaba una reducción de salario, lo cual la convertía en una reducción de jornada. Pero dos empresas del sector tecnológico sí lo han hecho con todas sus consecuencias. Hace dos años Software Delsol, compañía jienense de 185 empleados dedicada al desarrollo de programas informáticos, se convirtió en la primera empresa española en adoptar una semana laboral de 36 horas semanales en cuatro días sin bajar los sueldos. En septiembre, CIB Group, origen alemán con filiales en Las Palmas y Valencia, siguió sus pasos. A falta de confirmarlo en España, el experimento ya ha sido un éxito en otros países: la división japonesa de Microsoft la adoptó como prueba durante un mes y la productividad creció un 20%.

“Aún es pronto para poder extraer datos concretos”, matiza por correo electrónico Yolanda Roca, portavoz del departamento de marketing de CIB Group, que cuenta con dos filiales en Valencia y Las Palmas de Gran Canaria. “Creemos Eso sí, no hemos advertido efectos negativos en lo que respecta a la productividad, y puede ser que incluso haya aumentado. La empresa ha constatado un descenso en las ausencias en horario laboral para gestiones privadas o citas médicas, ya que los empleados procuramos usar ahora los viernes para estas cuestiones”. Y un último punto: “La medida atrae a nuevos candidatos: ha habido un aumento de solicitudes notable”.

Quienes sí han extraído conclusiones son los gestores de DelSol. “La experiencia es positiva”, asegura Ana Arroyo, su responsable de Selección y Desarrollo de Personas. Explica que el programa requirió una inversión de 420.000 euros y se aumentó la plantilla en un 20%. “El absentismo se redujo el primer año un 20% con respecto al año anterior, dado que la gente deja de usar horas de empresa para sus gestiones personales., Además, ha aumentado el compañerismo y el compromiso con la empresa”. Arroyo asegura que la facturación ha crecido el 20% anual desde que se implantó la semana de cuatro días.

El CEO de CIB Group, Ulrich Brandner, aseguró recientemente a través de un comunicado de prensa ser “consciente” de que no todas las empresas pueden implantar “con facilidad” este modelo. «Depende de varios factores, pero una que desarrolle software es muy plausible», afirma el CEO de esta multinacional.

Recientemente, un estudio llevado a cabo en Islandia en el que participaron 2.500 empleados que vieron reducidas sus jornadas (a 35 o 36 horas semanales) manteniendo el mismo sueldo. Las conclusiones muestran que los trabajadores, gracias a que podían dedicar más tiempo a socializar, realizar planes de ocio que les satisfacían u organizar mejor las tareas del hogar, se sentían menos estresados y con más energía durante la jornada laboral.

“Claro que es posible implementarlo, ya se está haciendo. Lo erróneo es imponer, obligar, y que esto sea una política universal para las empresas españolas”, aseguraba recientemente José D. Canseco, profesor de EAE Business School, en un artículo en Cinco Días. “No en todas las compañías podemos llevarlo a cabo, aquellas empresas con un mayor componente tecnológico o donde la digitalización se ha desarrollado adecuadamente, lo tendrán mucho más sencillo.

La ley vigente dice que la jornada máxima de un trabajador es de 40 horas semanales de trabajo efectivo. Es un promedio anual, por lo que es legal trabajar 42 horas unas semanas, y otras, 38. El convenio sectorial puede definir un nuevo máximo, pero este nunca puede superar el límite que marca el Estatuto de los Trabajadores. En España no existe una ley que regule la jornada laboral de 32 horas. En este escenario, cobra especial importancia lo que se negocie en cada caso con las empresas.

“Lo más interesante de la propuesta”, explica Carlos Gutiérrez, responsable de Estudios y Formación Sindical de Comisiones Obreras, “es que ha situado en la agenda la cuestión de la jornada laboral, que lleva siendo de 40 horas desde hace mucho tiempo, aunque se ha venido reduciendo a lo largo de los años”. En su opinión, “la reducción de la semana constituye “otra forma de reparto de la productividad”, y recalca que resulta clave que todo este proceso “se negocie con los trabajadores dentro de la negociación colectiva”.

El coste es el principal escollo para esta medida. Por eso, en marzo pasado, el Gobierno anunció una prueba piloto que permitirá a 200 empresas experimentarán la semana laboral de cuatro días sin recortar el salario de sus empleados. Para ello, está previsto que cada empresa reciba unos 250.000 euros de media por compañía para compensar los gastos que les ocasione, gracias a 50 millones de euros procedentes de los fondos europeos para la recuperación de la economía tras el impacto de la pandemia. Este proyecto, sin embargo, aún no se ha puesto en marcha casi un año después de anunciarse.