Encerrados en su propio pueblo, es así como se sienten las familias de esta comunidad, al evitar salir a las calles para protegerse de los amantes de lo ajeno, que empezaron por robar una pala, luego un tanque de gas y ahora hasta secuestros cometen en su contra.

Jilotepec es un municipio localizado a 40 minutos de la capital del estado, y en el pueblo de La Concha el trabajo se terminó cuando el ingenio La Concepción fue cerrado en el 2008 y a partir de ahí un promedio de 600 obreros se quedaron sin empleo.

La gente de esta comunidad desconoce que disparó la inseguridad, lo atribuyen a la falta de policías, pero también reconocen que “quienes roban, quienes secuestran es gente que sabe cómo está el pueblo, qué sabe quiénes tienen dinero, que sabe que en la secundaria hay aparatos para robar”.

La tranquilidad del pueblo, de la que antes presumían se terminó, por eso se conformaron en guardias vecinales que patrullas día y noche las calles del pueblo para evitar más violencia.

Señala que ahora ni siquiera son libres las madres de familia de mandar a sus hijos o hijas por el mandado a la tienda, a comprar el pollo con la mujer que lo vende en la siguiente esquina, ante el temor de que pudieran llevarse a su ser querido.

“Ora ya no podemos mandar a los hijos al mandando, no es justo que estemos encerrados en nuestro propio pueblo, le hablamos a la patrulla y no viene. Son las nueve de la noche y esto se acaba, no hay ni un alma en la calle, nadie sale”, expresó una madre de familia.

Son las comunidades de San Isidro, La Concha y San Martín en dónde más se han suscitado los asaltos a mano armada, así también los secuestros; por ello han decidido defenderse por “propia mano” para cuidarse unos a otros.

“Vecino cuida vecino, pueblo cuida pueblo”, dijo la mujer con una edad superior a los 40 años y que toda su vida la ha pasado en La Concha.